El sistema inmunitario es el encargado de proteger el cuerpo de invasores externos que pueden resultar perjudiciales, como bacterias, virus, hongos y toxinas, por lo que mantenerlo en buenas condiciones es de vital importancia.
Está compuesto por glóbulos blancos, también llamados leucocitos, que se dividen en linfocitos, neutrófilos y fagocitos; y los anticuerpos. Estos se crean y transportan en los órganos que componen el sistema inmunitario: adenoides, médula ósea, ganglios linfáticos, vasos linfáticos, placas de Peyer, bazo, timo y las amígdalas. En grupo, éstas células localizan, inmovilizan y destruyen antígenos, además de que neutralizan toxinas, bacterias, virus y células infectadas.
Los seres humanos tienen tres tipos de inmunidad, que trabajan conjuntamente:
- La inmunidad innata. Es una protección general, con la que todos los seres humanos nacen.
- La inmunidad adaptativa o activa. Se desarrolla a lo largo de la vida de una persona, cuando se expone a enfermedades o se inmuniza a ellas a través de las vacunas.
- La inmunidad pasiva. Es un tipo de protección temporal adquirida de una fuente externa, como la leche materna.
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