En los últimos años la producción de tequila ha sido entregada a las trasnacionales de licores y no a los pequeños productores locales. Los campesinos y creadores de tequila mexicanos han perdido el control de la industria y con ello las prácticas tradicionales de hacer tequila.
Las empresas transnacionales se han expandido de forma alarmante y en los últimos años se observa una mayor concentración, industrialización y estandarización de la producción de tequila.
Las compañías grandes de tequila abastecen entre 90 y 100 por ciento de sus necesidades en plantaciones de terrenos propios y contratos de arrendamiento que evitan que los productores locales tengan control sobre el proceso de producción.
Los cambios en la producción de tequila contribuyen a la degradación ambiental en la región de origen del tequila. Las prácticas tradicionales de producción de agave son reemplazadas por sistemas mecanizados que aumentan la contaminación del suelo y la pérdida de la biodiversidad.