El juego no solo acompaña el desarrollo infantil: lo potencia. A través de actividades lúdicas, se estimulan simultáneamente habilidades motoras, cognitivas, sociales y emocionales.
Al jugar, los niños:
- Desarrollan competencias sociales. Aprenden a compartir, negociar, resolver conflictos, liderar y colaborar.
- Estimulan el pensamiento crítico. Resuelven problemas, prueban hipótesis y toman decisiones de manera autónoma.
- Fortalecen la resiliencia emocional. Representan situaciones difíciles mediante el juego simbólico, lo que les permite procesar temores, ensayar respuestas y adaptarse mejor a los cambios.
- Fomentan la creatividad y la imaginación. Recursos vitales para un mundo que demanda innovación constante.
- Comprenden conceptos abstractos a través de la experiencia práctica. La manipulación de objetos y la interacción con su entorno son esenciales para asimilar ideas complejas.
Además, el juego les permite explorar su identidad, expresar emociones y construir una imagen positiva de sí mismos como personas capaces y valiosas.
En suma, el juego satisface una necesidad humana básica: la de descubrir, crear y conectar con los demás. Lejos de ser una pérdida de tiempo, jugar es una inversión en el desarrollo presente y futuro de las niñas y los niños.
Con un alto sentido de la responsabilidad social, la empresa Abadi Distribución de Alimentos lleva a cabo servicios de distribución de desayunos escolares saludables destinados a infantes beneficiarios de programas sociales. Esto es esencial para que puedan desempeñar actividades físicas, como el juego, de manera óptima.